Carlos II ataviado como Gran Maestre de la Orden del Toison de Oro, 1677 (autor Carreño de Miranda) |
Carlos nació el 6 de noviembre de 1661, en un medio ambiente melancólico y triste producido por la muerte del heredero a la corona, su hermano el Príncipe Felipe Próspero. En esta situación el futuro de la Casa de Austria (familia a la que pertenecía Carlos) estaba muy comprometida, ya que sin heredero la sucesión no era segura y todo dependía de la salud del recién nacido. "Una salud que dejaba mucho que desear". La corte española ante esta disyuntiva decide ocultar el recién nacido a toda mirada indiscreta, lo que solo provoca rumores y sospechas. El rey Felipe IV, comprende entonces que debe hacer la presentación del joven príncipe en sociedad, para evitar suspicacias sobre la salud y el sexo del recién nacido (se rumoreaba que era niña y por eso ocultaban a el niño a la vista de toda la corte). Así se hizo, y sobre el pequeño niño el embajador francés realizó un retrato no tan acorde a los deseos españoles:
"El príncipe parece se extremadamente débil. Tiene en las dos mejillas una erupción de carácter herpético. La cabeza esta completamente cubierta de costras. Desde hace dos o tres semanas se le ha formado debajo del oído derecho una especie de canal o desagüe que supura. No pudimos ver esto, pero nos hemos enterado por otro conducto. El gorrito, hábilmente dispuesto a tal fin, no dejaba ver esta parte del rostro".
Esta visión, bastante negativa del joven Carlos, que puede ser producto de la exageración del francés, condice bastante con la realidad, ya que la debilidad de salud es algo que acompaña a Carlos durante toda su vida. Carlos, el último monarca de la Casa de Austria, "mostró siempre un aspecto miserable: padeció raquitismo y tuvo graves problemas de salud; el prognatismo típico de su familia -mandíbula saliente, por lo que no encaja la dentadura inferior con la superior- dificultaba la masticación y digestión de los alimentos, provocándole problemas gástricos.
Mariana de Austria,1675; retrato de Juan Carreño de Miranda (ver cita**) |
El Rey Carlos, "el rey prisionero".
Juan José de Austria. |
El Rey Carlos, dos veces esposo.
María Luisa de Orleans, Primera Reina Consorte. |
"Pero pronto se aburre en la sombría corte española, tan pomposa, solemne y repleta de enanos y monjas. Y a pesar de haber aprendido el castellano con rapidez, y hablarle con soltura sin apenas acento no entiende el lenguaje teatral de Calderón de la Barca y de Moreto, cuyas obras suelen representarse asiduamente en la corte. Por si fuera poco, su afición a montar a caballo se ve frustrada por un desgraciado accidente en el cual fallece una de sus damas. Para matar el tiempo aprende a tocar la guitarra, visita conventos y acude de tarde en tarde a visitar a su suegra. Su única alegría reside en sus escapadas de palacio, para recorrer Madrid y dar limosna a los necesitados, lo cual provoca airadas protestas por parte de las encopetadas damas españolas que juzgan escandalosas sus excursiones. (...) vive estrechamente vigilada por los cortesanos, siempre pendientes de su posible embarazo y se encuentra condenada al aburrimiento. (...) Sin embargo la reina no queda encinta, debido tal vez más ante la incapacidad del Rey que la suya propia, no obstante ... se le administran continuamente brebajes y potingues contra la supuesta esterilidad, logrando quebrantar por completo su salud. Padeciendo toda clase de cólicos y trastornos intestinales (...) El Rey en su lecho se niega a abandonar a su esposa y permanece con ella durante sus últimos momentos de vida.. La pobre reina ha muerto a los 26 años de edad.
María Ana de Neoburgo, Segunda Reina consorte. |
"Es alta, metidita en carnes, robusta y de busto opulento, los ojos azules y un poco saltones, la nariz larga, el rostro pecoso y el pelo rojizo... siendo el hecho de que provenga de una prolífica familia (24 hermanos de los que sobrebiven 14) la condición que determine su elección. A fines de agosto de 1689, se celebra en Dusseldorf el matrimonio por poderes, encontrándose los novios, recién el 3 de mayo del año siguiente. Desde el momento de su llegada levanta una gran animosidad en contra de su persona, debido al favoritismo que dispensaba a los compatriotas alemanes que la acompañaban. Con María Ana había llegado "un numeroso séquito de alemanes, parte de los cuales constituían una caterva de ambiciosos que colaboraron, en no poca medida, a la pésima impresión que causó a los madrileños" la nueva soberana. Además claro, de una personalidad que tampoco colaboraría en nada: " ..demuestra ser propensa a accesos de cólera rayanos con la histeria; sometida a frecuentes cambios de humor, pasa de la euforia más intensa al abatimiento más profundo. Autoritaria, intenta imponer siempre sus criterios, llegando a protagonizar escenas inapropiadas a su rango cuando se le contradice (...) hay ocasiones en las que patalea, se araña y tira de los pelos, tirando al suelo cualquier objeto puesto a su alcance. Y con tal de no presenciar dichos accesos, el horrorizado Carlos la consiente en todos sus caprichos. La Reina "fingirá 12 embarazos, gracias a la complicidad de sus servidores alemanes...(...) casada con un hombre repulsivo y de costumbres vulgares, se mete de lleno en las intrigas políticas dando rienda suelta a su ambición y su codicia, rodeada de sus dos compinches favoritos, apodados "La Perdiz" (Baronesa von Berlipsch) y "El Cojo" ( Barón Heinrich von Wisser).
"El rey es más bien bajo que alto, no mal formado, feo de rostro; tiene el cuello largo, la cara larga, la barbilla larga y como encorvada hacia arriba; el labio inferior típico de los Austrias; ojos no muy grandes, de color azul turquesa y cutis fino y delicado. Mira con expresión melancólica y un poco asombrada. El cabello es rubio y largo, y lo lleva peinado para atrás, de modo que las orejas quedan al descubierto. No puede enderezar el cuerpo sino cuando camina, a menos de arrimarse a una pared una mesa u otra cosa. Su cuerpo es tan débil como su mente. De vez en cuando da señales de inteligencia, de memoria y de cierta vivacidad; por lo común tiene un aspecto lento e indiferente, torpe e indolente, pareciendo estupefacto. Se puede hacer con él lo que se desee, pues carece de voluntad propia". Retrato de Carlos II, último monarca de los Austrias al cumplir los 25 años.
El Rey esta hechizado!
"Las damas le hechizan
los frailes le pasman
los lobos le aturden
los cojos le blandan"
La falta de heredero, promoverá sistemáticamente en la corte el rumor de que pesa sobre el rey un embrujo que lo condena a la esterilidad y la enfermedad. "Empieza de este modo una tragicomedia de exorcismos para expulsar los demonios que poseen a Carlos", luego de que ya se hubiese intentado con purgas, sangrías y enemas, la explicación más valedera, si se le puede llamar de este modo, fue de que el monarca estaba hechizado. Por lo tanto se debía buscar el origen de este hechizo y la forma de librarlo del mismo. Es entonces cuando llega a oídos de la corte la historia de unas monjas de un convento en Cangas de Narceo, que eran posesas por el demonio. Es así que el confesor del rey Froilán Diaz, más el inquisidor del reino Juan Tomás de Rocaberti y el vicario Antonio Álvarez de Arguelles que era quien dirigía el convento, pensaron que podían utilizar a estas monjas como intermediarias y lograr del mismísimo demonio la solución al problema del rey. De las confesiones que se extraen de estas monjas, se llega a asumir que el Rey si había sido hechizado, el vehículo o la forma había sido una bebida y más precisamente un chocolate que este había bebido en 1675 a la edad de 14 años, el cual se había hecho con ingredientes tales como "los miembros de un hombre ejecutado en la horca", "de los sesos para quitarle la salud y de los riñones para corromperle el semen e impedirle la generación"; hasta aquí el demonio venía siendo muy claro en sus respuestas, ahora cuando se le pregunta por el autor-a de dicho hechizo... ya no queda claro quien lo realiza ni los motivos, ni tampoco la forma exacta de curar al pobre Rey. Y así, entre exorcismos, purgas, amenazas de partición del reino por parte de monarcas extranjeros y competencia interna por diferentes candidatos.... la salud de Carlos se debilita cada vez más.. sin herederos se ve obligado a tomar una decisión. Firma su testamento a favor del duque de Anjou el 3 de octubre de 1700 y nombra al cardenal Portocarrero como regente de la monarquía el 29 del mismo mes, y esta fue la solución que permitió dentro de todo, mantener la unidad de los territorios españoles ante la voracidad y los pactos secretos de diversos países europeos. Su decisión será secreta hasta su muerte. "Pasa sus últimos días confesándose, comulgando y siguiendo con devoción las innumerables misas que se van celebrando, incluso en su propia alcoba, porque ya no se levanta de su lecho de enfermo. Le atormentan las pesadillas y cree que los frailes y cortesanos que le cuidan y le secan el sudor de su demacrada frente son demonios y brujas, que le venían atormentando durante tanto tiempo y que ahora salen de debajo de su cama. El 1 de noviembre expira, cuando le faltaban tan solo 5 días para cumplir los 39 años".
Carlos muere el 1 de noviembre de 1700, luego de que una salud débil se viera agravada por el efecto de unas fiebres palúdicas contraídas unos años antes.
"Cuando se le practica la autopsia, se descubre que no quedaba en él ni una gota de sangre, producto tal vez del abuso de las sangrías con sanguijuelas, y que tiene un testículo completamente negro".
Epitafio del último Austria.
"Aquí yace Carlos II, rey de las Españas/que nunca hizo campañas/ni conquistas, ni hijos/Que así vivió durante treinta años/en que se vio reinar a tan buen príncipe,/tenía una salud tan escasa/que, por decirlo francamente,/solamente hizo su testamento".
Vista del Palacio Real de Madrid por Antonio Joli, 1752. |
"La situación interna de la Monarquía a comienzos del reinado de Carlos II era la consecuencia de una larga y profunda crisis, cuyos orígenes hemos de buscar en el reinado de Felipe II. El rango de primera potencia mundial le había obligado a realizar grandes esfuerzos humanos y económicos, en muchos casos superiores a las posibilidades reales que se tenían. Bajo el reinado de Prudente y de su hijo y sucesor Felipe III, las dificultades pudieron sortearse, porque la llegada de grandes cantidades de oro y plata americanos había permitido, no sin dificultades, equilibrar el presupuesto y, cuando ello no fue posible, se acudió al empréstito e incluso a la declaración de bancarrota. Pero con la subida al trono de Felipe IV y la llegada al poder de un nuevo equipo de gobernantes, encabezados por Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, la situación llegó a niveles de extrema gravedad. Olivares entendía que el prestigio de una monarquía, cuyos intereses se extendían por todo el mundo conocido y con una extensión en la que no se ponía el sol, obligaba a la presencia de España allí adonde hubiese un conflicto, aunque en el mismo no se dilucidaran intereses estrictamente españoles. La Paz general que, con algunas excepciones, se impuso a Europa a comienzos del siglo XVII y que permitió un respiro a los esquilmados recursos de la monarquía toco a su fin, cuando concluía la segunda década de la centuria. En 1618, comenzó el mayor y más demoledor conflicto de la época, la Guerra de los Treinta Años, en el que España participó activamente, lo que a su vez conduce al país a un enfrentamiento con la Francia de Luis XIII y de Richelieu. No se renovó la tregua de los 12 años, firmada con los holandeses y que expiró en 1621 abriendo un nuevo frente de lucha que requería ingentes cantidades de hombres y dinero.
Aquella nueva fase bélica coincidió con un dramático descenso en la llegada de metales preciosos procedentes de las Indias, con lo que solución a las dificultades financieras hubo de afrontarse de forma diferente. Subieron los impuestos existentes y se aprobaron otros nuevos. Aquel incremento fiscal pesaba, además, sobre una población en crisis económica y demográfica".
Tomado de:
"La vida y la época de Carlos II el Hechizado", Barcelona, Ed Planeta, 1996, por José Calvo Poyato, Catedrático de Historia, Instituto de Lucena, Córdoba.
Artículo de Marina Alfonso Mola y Carlos Martinez Shaw, Profesores de Historia Moderna, UNED Madrid.
También se encuentran datos en los sitios citados como fuentes de las imágenes:
Imágenes de Carlos II, Doña Mariana de Austria tomada del sitio: http://reinadodecarlosii.blogspot.com
Imágenes de Madrid, tomado de "Arquitectura pintada"http://micasaesmimundo.blogspot.com
Imagen de Juan José de Austria: http://espanaeterna.blogspot.com/2011/04/juan-jose-de-austria-el-hijo-bastardo.html
Imagen de la Reina María Luisa de Orleans: http://pontescollection.blogspot.com/2010/09/1670-maria-luisa-de-orleans-rainha-da.html
Imagen de María Ana de Neoburgo: http://retratosdelahistoria.lacoctelera.net (cita con cursiva en su mayor parte corresponde a extractos tomados de este sitio).
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