Para ampliar lo que trabajamos en clase sobre Renacimiento, vamos a ver a una artista, una distinguida figura femenina en un tiempo protagonizado por hombres. Desde este punto de vista, observamos que además del talento de manifiesto en sus obras, el hecho mismo del ejercicio artístico por esta mujer es una conquista, en una época donde era muy difícil el acceso femenino a estas actividades.
"La presencia de la mujer en la pintura del Renacimiento es muy limitada, principalmente por la persistencia de prejuicios morales propios de la época. Se consideraba impropio que una mujer asististe a las clases de desnudos, mientras que los temas religiosos e históricos, eran por su importancia reservada a los hombres. Sin embargo un limitado grupo de afortunadas lograron superar estas limitaciones, logrando alcanzar una buena reputación internacional".
Quien nos mira desde el retrato es Sofonisba Anguissola, nacida en Cremona, en el seno de una familia aristocrática en 1532. Huérfana de madre desde pequeña, es educada por su padre Amilcar, de acuerdo a una vocación humanística, permitiéndole incluso recibir clases de arte junto a su hermana en el taller del pintor Bernardino Campi durante cuatro años y luego con el pintor Bernardino Gatti. En 1554 viaja a Roma y conoce nada más ni nada menos que al gran Miguel Ángel, de quien recibe consejos. En 1558, en Milán ingresa, debido al prestigio alcanzado, en el selecto grupo del duque de Alba. Esto le vale una recomendación que la lleva a trabajar en la corte española para la reina Isabel de Valois, y luego de su muerte para el propio rey Felipe II. En España sus trabajos se ven influenciados por el gran pintor Sanchez Coello. A los 38, aún soltera, contrae matrimonio con Fabrizio Moncada, con quien permanece hasta la muerte de su marido. En su regreso a Cremona, se produce un hecho curioso, Sofonisba contrae matrimonio con el capitán del barco, Horacio Lomellini, menor que ella, con quien permanece casad hasta su muerte, a los 93 años de edad en 1625.
"Mis obras hablarán por mi", Artemisia Gentileschi.
Aunque no pertenece estrictamente al período renacentista, debemos citar a otra gran mujer artista: Artemisia Gentileschi. Hija del renombrado pintor Orazio Gentileschi, nace en Roma en 1593, quedando huérfana de madre a los 12 años, siendo además la mayor de 5 hermanos. Crece admirando la pintura paterna, a pesar de que este esperaba que fuese monja y la mantiene prácticamente encerrada. No obstante se produce un incidente con un discípulo de su padre, Agostino Tassi, a quien se acusa de haber violado o seducido a Artemisia. Se lleva adelante un proceso-juicio para restituir el honor. Posteriormente se casa con un pintor florentino elegido por su padre, precisamente en Florencia en 1612.
En 1620 se traslada nuevamente a Roma, y luego a Nápoles en 1631. Se atribuyen 34 obras a esta gran artista, quedando luego de su muerte sumida en el olvido. Sus trabajos se vieron influenciados básicamente por la pintura del gran Caravaggio, en el uso del color y la gran carga psicológica y simbólica de los personajes representados. Es la primera mujer admitida en la Academia de Arte de Florencia en 1616, es la primera mujer que vive de su obra y la primera y única mujer en adoptar el Caravagismo.
"La bella Simonetta".
Por último tenemos a una bella mujer que cautivó a Florencia y que fue inspiración de grandes artistas. Su nombre era Simonetta Cattaneo de Candia y nació en un hogar noble en 1453. Hay diversas opiniones sobre su nacimiento, llegando a afirmar algunos que es originaria de Portovenere, la cuna de la mítica Venus. A la edad de 15 años se casa con Marco Vespucci, emparentado con el famoso cartógrafo Americo Vespucci. La pareja establece su residencia en Florencia, en el momento de mayor efervescencia cultural de la ciudad. Es así como muchos poetas, artistas y políticos conocen a esta belleza... tal vez la más famosa de la época y la toman como musa inspiradora de sus obras. Fallece muy joven a los 22/23 años de tuberculosis y se dice que se llevo su ataud abierto en cortejo por las calles, para que las personas la viesen por última vez. Para muchos fue el amor imposible del pintor Sandro Boticelli, autor de la obra que citamos aquí, llamada El Nacimiento de Venus... justamente en este fragmento vemos el rostro de Simonetta elegida por el artista para personificar a la mismísima diosa de la belleza. Cuando muere Sandro es enterrado a los pies de la tumba de Simonetta en la Iglesia de Ognissanti.
muy interesante, cortito y al pie..
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