jueves, 7 de julio de 2011

La Crisis de 1929. Orígenes y características.

"El estancamiento económico e industrial que se venía desarrollando desde el final de la Primera Guerra Mundial va a sufrir un colapso con la crisis de 1929, cuyas características serán muy diferentes a las que se habían producido anteriormente. Fue tan profunda y universal que producirá un quebrantamiento en el sistema económico mundial, causando grandes ruinas en todo el mundo, y enfrentará al sistema capitalista ante unos problemas que solamente podrán superarse después de radicales transformaciones.
La crisis se inicia en los Estados Unidos de América, en el ámbito capitalista financiero: el 24 de octubre se produce el más espectacular hundimiento de la Bolsa de Nueva York, causando el pánico y el desconcierto general y la ruina de numerosos accionistas y empresarios. La quiebra afectó a gran cantidad de fábricas, especialmente en el sector del automóvil, la mayoría de las cuales tuvieron que ser cerradas. Centenares de obreros se encontraron sin trabajo y las mercancías se acumulaban sin encontrar compradores".
Tomado de: Trabajos Prácticos de Historia, Mariela Amejeiras, Cristina Siniscalco; Monteverde editores, Montevideo, Uruguay.

"No hay motivo alguno para preocuparse. La alta marea de la prosperidad continuará". 
Andrew W Mellon, Secretario del Tesoro.

El "Jueves Negro".
"En la última semana de octubre estalló un auténtico trueno: una caída vertiginosa de las cotizaciones con dos jornadas de verdadero pánico donde las cifras de negocios batieron todos los récords: el 24, donde cerca de 13 millones de títulos fueron vendidos y el 29, sobre todo, cuando se vendieron 16,5 millones de títulos y el índice de valores industriales de The New York Times perdió 43 puntos anulando las ganancias de los 11 meses precedentes. Y cuestión aún más anormal: la caída de la bolsa va a continuar en cascada durante varios años".
Neré. J: "La Crisis del 29", en Trabajos Prácticos de Historia, Mariela Amejeiras, Cristina Siniscalco; Monteverde editores, Montevideo, Uruguay.


“Nada hacía presumir en aquella apacible mañana otoñal del jueves 24 de octubre, que pasaría a la historia como una de las fechas negras del siglo, el jueves negro de Wall Street.
La sesión bursátil se inició de forma sostenida, pero en seguida afluyeron grandes cantidades de papel y se hundieron los precios. Los angustiados especuladores arrojaron sus títulos sobre las mesas de contratación. El ticker (teletipo) se retrasó. Los agentes de bolsa exigieron garantías para los títulos a crédito y ante la imposibilidad de obtenerlos, volcaron nuevas remesas de papel sobre la bolsa, ocasionando nuevas bajadas. Y así ola tras ola, levantando una tempestad más fuerte e incontrolable.
En la calle se originaron tumultos entre especuladores y curiosos que se arremolinaban en Wall Street. La policía tomó medidas. Entre los corrillos circuló el rumor de que once especuladores arruinados se habían suicidado. A las 12'30, para controlar el follón, se ordenó desalojar las dependencias de la bolsa reservadas al público. Uno de los que salió a la calle fue Winston Churchill, que pocos meses antes había abandonado el Ministerio de Hacienda británico.
Churchill se admira del “orden y la calma sorprendentes” que, dada la gravísima situación, mantenían los especuladores que estaban allí (...) ofreciéndose unos a otros paquetes enormes de acciones a un tercio de sus antiguos precios y a la mitad e su valor actual y sin encontrar durante muchos minutos a nadie lo bastante fuerte como para recoger las fortunas que se veían obligados a ofrecer”. Churchill, que llevaba tres meses en América dando conferencias y visitando amigos, había obtenido unas ganancias de na 5.000 libras jugando a la bolsa. Debió perderlo todo en el crack, pero jamás lo hizo público.”David Solar:  "El crack"; En  Historia Universal del siglo XX. Historia 16.

..."El día siguiente fue el jueves 24 de octubre. En ese día trascendental las acciones abrieron a precios moderadamente firmes, pero en enorme volumen. La Kennecott, apareció en la cinta registradora en un bloque de 20.000 acciones; la General Motors, en otro de la misma cantidad. Casi en el acto la cinta registradora comenzó a retrasarse respecto de las transacciones que se realizaban en la sala. La presión de las órdenes de venta era desconcertantemente enérgica. Los precios descendían...; de pronto descendieron con alguna rapidez... Antes de terminarse la primera hora de las transacciones, era evidente que estaban descendiendo con una violencia sin precedentes y en todo sentido asombrosa. En las oficinas de los corredores de valores de todo el país, los que observaban la cinta registradora se miraban unos a otros sorprendidos y perplejos. ¿De donde provenía ese torrente de órdenes de venta? (...)
Sin embargo, había sido un día espantoso. A las siete de la tarde, las registradoras de un millar de oficinas de corredores seguían tartamudeando; sólo a las 19 horas registraron la última venta realizada en la Bolsa a las 15 horas. El volumen de ventas había establecido un nuevo récord: 12.894.650 acciones. Rumores increíbles se habían difundido alocadamente durante las primeras horas de la tarde: que once especuladores se habían suicidado, que las bolsas de Buffalo y Chicago estaban cerradas, que las tropas vigilaban la Bolsa de Nueva York para protegerla de un populacho enfurecido. El país había conocido el amargo sabor del pánico. Y aunque el grupo de banqueros había impedido por el momento un derrumbe absoluto, era imposible refutar el hecho de que la estructura económica se había resquebrajado de par en par".
Allen, F. L: "Apenas Ayer".


“El martes 29 de octubre fue el día más devastador en la historia de la Bolsa de Nueva York y, posiblemente, el más devastador en la historia de todos los mercados. Todo lo peor de todos los días anteriores se dio cita en él. El volumen de contratación fue inmensamente superior al del “Jueves Negro”; la degradación de los precios alcanzó profundidades sólo superadas el lunes. La incertidumbre y la alarma fueron tan grandes como en cualquiera de los días citados.
Tan pronto como abrió el mercado, se empezó a vender con enloquecida urgencia. Se ofrecían grandes masas de valores al precio que quisiesen dar; de haber continuado todo el día el ritmo de venta de la primera hora el volumen total habría sido de 33 millones de transferencias.”Galbraith: "El crac del 29".



El verano de 1932 fue probablemente el punto más bajo de la depresión. Todo era muy sencillo: nadie tenía dinero. El que sería el último gobierno republicano en el curso de dos décadas estaba a punto de recibir el finiquito, sin ideas, y para nosotros como si dijéramos en el cubo de la basura, falto incluso de la retórica de la esperanza. Los recuerdos que tengo de aquel año (...) Me configuraban una ciudad fantasma que poco a poco se iba cubriendo de polvo, manzana tras manzana, cada vez con más rótulos de SE TRASPASA en sucios escaparates de tiendas y talleres abiertos muchos años antes y en la actualidad cerrados. Fue también el año de las colas en las panaderías, de hombres sanos y robustos que formaban en batallones de seis y ocho en fondo a lo largo del muro de algún almacén, en espera de que este o aquel organismo municipal improvisado, o el Ejército de Salvación o cualquier iglesia, les diese un tazón de caldo o un panecillo.”A. Miller, "Vueltas al tiempo".


“Por lo tanto, la nación entró vacilante al segundo invierno de la depresión y el desempleo comenzó a volverse una forma de vida (...) Pero el frío era terrible en las viviendas sin calefacción, en las posadas que olían a sudor y desinfectantes, en los parques, en los furgones vacíos y a lo largo de los muelles. Sin dinero para el alquiler, los hombres sin trabajo y todas sus familias comenzaron a levantar barracas donde encontraban tierra desocupada. A lo largo de los terraplenes de los ferrocarriles, al lado de los incineradores de desperdicios, en los basureros de las ciudades, aparecieron poblados de cartón embreado y hojalata, cajas viejas de empaque y carrocerías de automóvil inservibles. Algunas barracas eran ordenadas y limpias: por lo menos la limpieza era gratuita; pero otras eran de una sordidez que desafiaba toda descripción, con los olores de la pobreza y de la rendición. Símbolos de la Nueva Era, esas comunidades recibieron muy pronto un nombre sardónico: se las llamó Villas Hoover, y de hecho en muchos casos solo los afortunados podían encontrar refugio en ellas. Los infortunados pasaban las noches amontonados ante las puertas, en cajas de empaque vacías o en furgones. En las filas de pan y en las cocinas populares, muchas horas de espera traían una escudilla de papilla a menudo sin leche o sin azúcar y una taza de hojalata con café. (...) Ese segundo invierno vio a los habitantes de Chicago que escarbaban con palos y con las manos los montones de basura cuando se alejaban los camiones del servicio de limpieza. Arthur M. Schlesinger, Jr.: "La crisis del orden antiguo 1919-1933".
Cuestionario:
* ¿Cuando y donde se origina la Crisis del 29?
* Describe las principales y más notorias manifestaciones de la crisis (Crisis bursátil).
* Teniendo en cuenta el desarrollo económico de los Estados Unidos en la década del 20 explica: ¿Cuáles son las raíces, causas profundas de dicha crisis? (Crisis económica-sobreproducción).
* Explica las consecuencias más importantes para la Economía de los Estados Unidos.
* Explica el termino "gran depresión", ¿porqué  y como se aplica a este período?
* Explica el término crack y como lo incluyes en el proceso de la Crisis.

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