domingo, 10 de julio de 2011

Cuba, la Revolución contada por el "Che".

Se presentan aquí una serie de fragmentos diversos, que pretenderán mostrar las características de uno de los tantos procesos revolucionarios por los que atravesó Cuba...  proceso que hoy en día se ve como singular debido a que resultó triunfante y significó por lo tanto una modificación radical de la estructura económico-social que caracterizó a Cuba hasta 1959.
Los antecedentes-causas de este proceso ya fueron analizados en clase, por lo tanto aquí sólo se plantean datos, información testimonial y opiniones que permitan dar elementos mínimos para el análisis.

Desde México...
"Al entrar octubre y aproximarse la fecha de la partida, y teniendo en cuenta el serio atraso ocasionado por las detenciones, la captura de armas y la perdida de los campos de entrenamiento, era preciso acelerar la preparación de los hombres. Se consigue un nuevo campamento y nuevos grupos llegan a entrenarse, entre los que se encuentra el legendario Camilo Cienfuegos.
El entrenamiento dura hasta el 21 de noviembre, fecha en que se recibe la orden de abandonar rápidamente el lugar. Dos hombres han desaparecido, y si delatan los planes revolucionarios a las autoridades, la expedición puede considerarse perdida. Se trasladan a otros puntos, y en la noche del 24 llegan todos los expedicionarios al puerto de Tuxpan, junto al río del mismo nombre. Alrededor de la 1:30 el yate parte silencioso, llevando con su carga de 82 hombres la esperanza de libertad para el pueblo cubano. Es la madrugada del 25 de noviembre de 1956".
Tomado de: José Cantón Navarro, Historia de Cuba. El Desafío del Yugo y la Estrella; Editorial Si-Mar S.A., La Habana, Cuba, año 2000.

La ruta del Granma.
Un viaje tempestuoso...
"Pasados unos meses, nos enteramos de que había un traidor en nuestras filas, cuyo nombre no conocíamos, y que había vendido el cargamento de armas. Sabíamos también que había vendido el yate y un transmisor, aunque todavía no estaba hecho el "contrato legal" de venta. Esta primera entrega sirvió para demostrar a las autoridades Cubanas que, efectivamente, el traidor conocía nuestras interioridades. Fue también lo que nos salvó, al demostrarnos lo mismo.Una actividad febril hubo de ser desarrollada a partir de ese momento: el "Gramma" fue acondicionado a una velocidad extraordinaria; se amontonaron cuantas vituallas conseguimos, bien pocas por cierto, y uniformes, rifles, equipo, dos fusiles antitanques casi sin balas. En fin, el 25 de noviembre de 1956, a las dos de la madrugada, empezaban a hacerse realidad las palabras de Fidel, que habían servido de mofa en la prensa oficialista: "En el año 1956 seremos libres o seremos mártires".
Salimos con las luces apagadas, del puerto de Tuxpan en medio de un hacinamiento infernal de materiales de toda clase y de hombres. Teníamos muy mal tiempo y, aunque la navegación estaba prohibida, el estuario del río se mantenía tranquilo. Cruzamos la boca del puerto yucateco, y a poco más, se encendieron las luces. Empezamos la búsqueda frenética de los antihistamínicos  contra el mareo, que no aparecían; se cantaron los himnos nacional cubano y del "26 de julio, quizás durante cinco minutos en total, y después el barco entero presentaba un aspecto ridículamente trágico: hombres con la angustia reflejada en el rostro, agarrándose el estómago. Unos con la cabeza metida dentro de un cubo y otros tumbados en las más extrañas posiciónes, inmóviles y con las ropas sucias por el vómito. Salvo dos o tres marinos y cuatro o cinco personas más, el resto de los 83 tripulantes se marearon. Pero al cuarto o quinto día, el panorama general se alivió un poco. Descubrimos que la via de agua que tenía el barco no era tal, sino una llave de los servicios sanitarios abierta. Ya habíamos botado todo lo necesario para aliviar el lastre".
Tomado de: Entrevista al Ernesto "Che" Guevara, en O Cruzeiro Internacional, 16 de junio de 1959.
Mapa tomado del sitio: http://cuba1952-1959.blogspot.com.

"Con la proa en linea recta hacia Cuba.."
"La ruta elegida comprendía una vuelta grande por el sur de Cuba, bordeando Jamaica, las islas del Gran Caimán, hasta el desembarco en algún lugar cercano al pueblo de Niquero, en la provincia de Oriente. Los planes se cumplían con bastante lentitud: el día 30 oímos por la radio los motines de Santiago de Cuba, que había provocado nuestro Frank País, considerando sincronizarlos con el arribo de la expedición. Al día siguiente, primero de diciembre, en la noche, poníamos la proa en linea recta hacia Cuba, buscando desesperadamente el faro de Cabo Cruz, carentes de agua, petróleo y comida. A las dos de la madrugada, con una noche negra, de temporal, la situación era inquietante. Iban y venían los vigías buscando la estela de luz que no aparecía en el horizonte. Roque, ex teniente de la Marina de Guerra, subió una vez más al pequeño puente superior, para atisbar la luz del Cabo, y perdió pie, cayendo al agua. Al rato de reiniciada la marcha, ya veíamos la luz, pero, el asmático caminar de nuestra marcha hizo interminables las últimas horas del viaje. Ya de día, arribamos a Cuba por el lugar conocido por Belic, en la playa de las Coloradas.
Un barco de cabotaje nos vio, comunicando telegráficamente el hallazgo al ejército de Batista. Apenas bajamos, con toda premura y llevando lo imprescindible, nos introducíamos en la ciénaga, cuando fuimos atacados por la aviación enemiga. Naturalmente, caminando por los pantanos cubiertos de manglares no eramos vistos ni hostilizados por la aviación, pero ya el ejército de la dictadura andaba sobre nuestros pasos.
Tardamos varias horas en salir de la ciénaga, adonde la impericia y la irresponsabilidad de un compañero que se dijo conocedor, nos arrojara. Quedamos en tierra firme a la deriva, dando traspiés, constituyendo un ejército de sombras, de fantasmas, que caminaban como siguiendo el impulso de algún oscuro mecanismo psíquico. Habían sido siete días de hambre y de mareo continuos durante la travesía, sumados a tres días más terribles en tierra. A los diez días exactos de la salida de México, el 5 de diciembre de Madrugada, después de una marcha nocturna, interrumpida por los desmayos y las fatigas y los descansos de la tropa, alcanzamos un punto conocido paradójicamente por el nombre de Alegría de Pío. Era un pequeño cayo de monte, ladeando un cañaveral por un costado, y por otros abierto a unas abras, iniciándose más lejos el bosque cerrado".
Tomado de: Entrevista al Ernesto "Che" Guevara, en O Cruzeiro Internacional, 16 de junio de 1959.

Hacia Sierra Maestra..."el bautizo simultáneo de fuego y sangre!"
"A las cuatro de aquella tarde, sin aviso previo, sin siquiera sospecharlo, sonó el primer disparo seguido de una sinfonía de plomo que se cernió sobre nuestras cabezas, todavía no acostumbradas a ese viril deporte. Algún compañero cayó, y personalmente, tuve la desagradable impresión de recibir en mis carnes el bautizo simultaneo de fuego y sangre. Salimos de allí como pudimos, cada uno por su cuenta o en grupos, y era inútil la voz del jefe, sin contacto con los capitanes y mezcladas las patrullas. Recuerdo que el comandante Almeida me dio un empujón, por causa de mi poca disposición para caminar, y gracias a su voz imperativa, me levanté y seguí la marcha, creyendo estar en los últimos momentos de mi vida. Como en una imagen caleidoscópica, pasaban hombres gritando, heridos pidiendo ayuda, combatientes escondiendo los cuerpos detrás de las delgadas cañas de azúcar como si fueran troncos, otros atemorizados pidiendo silencio con un dedo sobre la boca en medio del fragor de la metralla, y de pronto, el grito tétrico: "Fuego en el cañaveral".
Con Almeida a la cabeza salvamos una guardarraya, caminando, caminando hasta llegar al monte espeso. Marchamos hasta que la oscuridad de la noche y los árboles -que nos impedían ver las estrellas- nos detuvieron, sin estar muy lejos del lugar del encuentro. Dormimos amontonados. Todo estaba perdido, menos las armas y dos cantimploras que traíamos Almeida y yo. En esas condiciones marchamos durante nueve días interminables de sufrimiento, sin probar bocado alguno, masticando hierbas o algo de maíz crudo y hasta cangrejos vivos que ingirieron los más valientes como Camilo Cienfuegos. En esos nueve días la moral se desmoronó totalmente y, despreciando los peligros, fuimos a comer a un bohio. Allí se produjo el desplome de algunos. Las noticias eran malas, por un lado, pero alentadoras por otro: a la cantidad de crímenes que nos asociaban, agregaban la nota de esperanza: Fidel estaba vivo. Los espeluznantes cuentos de los campesinos nos impulsaron a dejar las armas largas bien guardadas y tratar de cruzar, con las pistolas solamente, una carretera muy controlada. El resultado fue que todas las armas dejadas en custodia se perdieron, mientras nosotros nos encaminábamos hacia el lugar de la Sierra Maestra, donde estaba Fidel".
Tomado de: Entrevista al Ernesto "Che" Guevara, en O Cruzeiro Internacional, 16 de junio de 1959.

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