"Estaremos en casa por Navidad", Guillermo II, Agosto de 1914.
"Apenas se produjo la chispa con el asesinato del archiduque austriaco Fernando en Sarajevo el 28 de junio de 1914, el continente ardió por los cuatro costados. Durante un mes se hicieron esfuerzos para localizar el conflicto, pero, cuando Austria declaró finalmente la guerra a Servia, los países se vieron rápidamente arrastrados uno tras otro a la refriega. En menos de una semana, Rusia había ido en ayuda de su aliada Servia; Alemania aliada de Austria, había declarado la guerra a Rusia y a su aliada Francia; las fronteras de los neutrales Bélgica y Luxemburgo habían sido cruzadas por las tropas alemanas y Gran Bretaña, garante de ambos países, había entrado en el conflicto. Italia se negó a reconocer sus obligaciones de tratado con las potencias centrales, y posteriormente se alineó con el otro bando, cuando pareció que tendría la oportunidad de satisfacer sus ambiciones irredentistas en el Adriático.
"Nunca los hombres habían tenido que soportar tan duras circunstancias como los combatientes de esta guerra, sobre todo a partir de que los frentes se estabilizan. Inmóviles en las lineas avanzadas en invierno 1914-1915, en trincheras más o menos profundas, expuestos sin protección alguna no solo a los bombardeos y a los golpes de mano sino también al frío y a la lluvia, mal abastecidos, devorados por los piojos, victimas del sueño a causa de las guardias, los soldados viven hundidos en el barro: "los hombres que he visto regresar esta mañana eran solo montones de barro" escribió el general Maistre después de un ataque. Muy lentamente esta situación mejora; se perfeccionan algunos refugios, la red de comunicaciones con la retaguardia permite a la "brigada de la sopa" suministrar alimentos calientes en la medida de lo posible, y los frecuentes relevos aseguran al soldado, agotado por los días transcurridos en primera línea, la posibilidad de instalarse en una posición más retrasada y descansar en los pueblos". Crouzet.
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