Se habían realizado varios esfuerzos científicos, hasta que finalmente el físico francés Carles Tellier, a comienzos de la década de 1860, logró demostrar ante la Academia de Ciencias de París "que podían mantenerse frescas las carnes permaneciendo en una atmósfera fría y seca, producida mediante la evaporación del amoniaco o del éter metílico..".
El Uruguay deberá esperar mucho tiempo para instalar su primer frigorífico, pese a que incluso los uruguayos Federico Nin Reyes y Francisco Lecocq (junto al argentino Máximo Terreno) eran importantes colaboradores de Tellier, sumamente interesados en aplicar la nueva tecnología (uso de la refrigeración) al transporte marítimo.
En el año 1865 Federico Nin había conocido en París a Charles Tellier, quien además pronto obtuvo la colaboración económica de Federico Lecocq, que conjuntamente a los aportes legales y administrativos de Máximo Terreno, se pretendió fundar en Londres una empresa de transporte marítimo de carnes enfriadas según el método de Tellier. Lecocq y Terreno abandonaron el proyecto luego de un fracaso en 1868, manteniéndose Nin y Tellier por 8 años más, hasta que en 1876 zarpa del Puerto de Rouen, en Francia, el vapor francés bautizado "Le Frigorifique", conduciendo un lote de carne a 0º C de temperatura, con destino al puerto de Buenos Aires, al que arribo el 25 de diciembre. Probada la carne, esta se encontraba en perfecto estado de conservación, aunque presentaba un sabor algo desagradable.
Posteriormente el francés Fernand Carré perfecciona los descubrimientos de Tellier, generando a su vez otro método: el de congelación, que fue apoyado por la empresa Julien and Co. Este permitía congelar las carnes a una temperatura de 30º C bajo cero y con el se equipó el vapor francés "Le Paraguay" en el que se embarcan en Francia cuatro cuartos de vacuno y diez carneros que llegaron a destino, Buenos Aires, en perfectas condiciones de conservación y sabor.
Los británicos aplicaron un sistema similar diseñado por Alfred Kaslam, para abastecerse de la carne que necesitaban, aplicándolo primero en Australia, luego en Argentina y finalmente en Uruguay. Cuando estos sistemas se aplican con éxito, enormes fortunas se forjan, pero no sera Tellier quien obtenga réditos económicos por sus descubrimientos". Cosmópolis Plus.
UN SABIO MUERTO DE HAMBRE… París, 20 1913 (10 de la noche). -A los ochenta y ocho años, y en espantosa miseria, abandonado de todo el mundo, ha muerto hoy en París el famoso ingeniero Carlos Tellier, creador de la industria del frío. Los recursos que anteayer le concedieron algunas sociedades, al saber por los periódicos la triste situación en que se hallaba, sólo le han servido para la mortaja. Y, sin embargo, Carlos Tellier es uno de los hombres que han producido más riqueza en el mundo. Hay mil grandes compañías que funcionan gracias a los inventos de él, de los cuales se han derivado numerosas y florecientes industrias. En 1868 demostró la utilidad del frío seco para la conservación de las carnes, y en 1876, el Frigorífico, buque construido por inspiración suya, llevaba carne fresca de Francia al Plata. Enumerar sus inventos sería excesivamente prolijo. Citemos sólo la utilización del gas pobre, que él demostró el primero prácticamente, abaratando así de un modo enorme la fuerza motriz. Sería curioso averiguar el número de centenares de millones que ha puesto en circulación en el mundo el ingenio singularísimo de este «apóstol del frío», como Pasteur le llamó, muerto de hambre en la ciudad europea donde más resplandece el lujo superfluo. http://es.wikisource.org/wiki/Jarrapellejos:_07 Los Frigoríficos. En enero de 1905 empezó a funcionar "La Frigoriífica uruguaya" fundada un año antes. Culminaba así el largo proceso iniciado cuarenta años antes con la importación de los primeros vacunos finos para mestizar nuestros rodeos. La apertura del primer frigorífico significaba que por fin había en el país suficiente cantidad de mestizos como para que la nueva industria del frió comenzara su faena. A los dos meses se embarcan para Inglaterra las primeras 800 toneladas de carne congelada. Se abría un nuevo rubro de exportación que habría de crecer lentamente desplazando a la industria del tasajo que ya entraba en decadencia. En 1910 se sanciona una ley por la cual se eliminan los impuestos a la exportación de carne congelada enfriada y conservadas y se eximía a los establecimientos productores del pago de la patente respectiva. El Estado había captado la importancia de la industria naciente y procuró facilitar su implantación. Sin embargo, los iniciadores del frigorífico, que eran todos uruguayos, decidieron desprenderse de el en 1912, vendiéndolo a una empresa anglosajona que ya había empezado a operar en la vecina orilla (La compañía Sansinena). Este mismo año se funda "El Frigorífico Montevideo", más tarde llamado Swift, de capitales estadounidenses, con lo que la faena de vacunos creció notablemente. Tomado de: Benjamín Nahum, "La Epoca Batllista", Editorial Banda Oriental, Montevideo, 1998. El triunfo completo del frigorífico sobre el saladero se concretó con la entrada de la Swift, que en 1911 fundó El Frigorífico Montevideo, en las instalaciones del viejo saladero Cibils. Este nuevo frigorífico tenía una capacidad instalada para faenar 624.000 bovinos y 1 millón 300 mil lanares por año. Sin embargo entre 1912 y 1930, la máxima matanza se ubicó en 1917 con 417 mil vacunos, y en 1930 con 945 mil lanares faenados. La industria frigorífica extranjera revolucionó todo el complejo pecuario nacional, a través del acceso a nuevos y mejores mercados, que demandaban más a mejor precio y empleando más obreros con mejores salarios. En solo 3 años (1912-1914) la nueva industria venció por completo a la tradicional de los saladeros y a la Liebig´s. Desde ese momento la producción pecuaria nacional quedaría sujeta a los intereses de trust internacional de la carne, con cedes en Chicago y Londres. En 1915, capitales nacionales establecieron el frigorífico Artigas en las antiguas instalaciones del saladero Tabares. En 1917 fue adquirido por la Armour, al amparo de una ley que concedió exoneraciones impositivas por cinco años a toda la industria firgorífica. Con una capacidad de faena de 312 mil vacunos y de 832 mil ovinos, su punto más alto de matanza lo alcanzó en 1930. En el marco de la crisis de 1921 (bajos precios internos*), se propuso la instalación de un nuevo frigorífico al norte del país, buscando mejores precios y el fomento de mestización para aquella zona. Para ello se le concede a la nueva empresa las mismas franquicias otorgadas con anterioridad a la Liebig´s: exenciones de aranceles para la importación de maquinarias, repuestos y accesorios y materiales, y exoneración de la contribución inmobiliaria y de la patente de giro. En 1924 se instala en la antigua planta de la Liebig´s, con capitales ingleses, el Frigorífico Anglo, con capacidad para conservar carne por medio del frío o del congelado, y la elaboración de carnes cocidas y extractos. *bajos precios internos (precios a la baja): Entre 1920-21 hubo una "guerra de carnes" entre frigoríficos ingleses y americanos, pero una vez superada, con el consiguiente acuerdo de fletes, los precios del ganado cayeron durante toda la década. El trust de la carne gobernaba los precios a su antojo, frente a los ganaderos atomizados e impotentes. Trust: es una forma de asociación monopolista, en la cual varias empresas se unen, generalmente bajo una misma dirección (con la adquisición de acciónes) para obtener beneficios económicos a través del: control y establecimiento de precios, plazos de pago etc. Se logra así una mayor estabilidad controlado la competencia. En el caso de los frigoríficos uruguayos a la contracción de los precios se agregan las cuotas de exportación. Finalmente en 1928 resurge un proyecto presentado en 1911 por Batlle y Ordoñez que preveía la creación de una moderna fábrica de preparación de carnes, que sería financiada en forma mixta con capital extranjero (45%) y estatal (55%). El trust de los frigoríficos extranjeros, en un marco de precios internacionales a la baja resultaba sumamente perjudicial para los ganaderos. Sin planta propia el Frigorífico Nacional arrendó las instalaciones de la Frigorífica Uruguaya. Contó con una pequeña cuota de exportación que pertenecía a los dueños anglo-argentinos de Sansinena |
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