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miércoles, 2 de mayo de 2012

Miguel Ángel: el poder de la expresión.

Miguel Ángel Buonarroti (Michelangiolo di Ludovico di Lionardo di Buonarroti Simoni) nacido en Caprese (Toscana) en 1475 y muere en Roma en 1564. En el arte de los países mediterráneos, Miguel Ángel es el escultor por antonomasia, solo comparable a los grandes maestros del clasicismo griego. Su padre le había destinado a la ciencia, pero la gran pasión del joven por el arte pronto acabó con estas ambiciones ("Cuando le dije a mi padre que quería ser artista, el montó en cólera diciendo "los artistas son trabajadores, no son mejores que los zapateros"). El joven de 13 años ingresa como aprendiz en el taller de Ghirlandaio, donde parece que solo aprende los rudimentos de la técnica pictórica. Sus grandes modelos son Giotto y Massaccio, como prueban algunos dibujos de la época. Parece que poco después se pone en contacto con el famoso orfebre y escultor Bertoldo di Giovanni. Sus primeras obras, los relieves de la Lucha del centauro y de la Madonna en la escalera (Florencia, casa Buonarotti), revelan las verdaderas raíces de su arte como escultor: por una parte, la Antigüedad Clásica; por otra, el expresivo y vibrante arte de Donatello ("Mi primer trabajo fue un pequeño bajorrelieve, La Virgen de la escalera. María, la madre de Dios se sienta en la piedra de la Iglesia, el niño se retrae en su cuerpo. Se prevé su muerte, y su regreso en escalera al cielo. Mi segundo trabajo, otro pequeño alivio. Mi tutor me lee el mito de la Batalla de los lapitas contra los Centauros. Las fuerzas salvajes de la vida en un combate heroico. Ya a los 16 años mi mente era un campo de batalla. Mi amor por la belleza pagana, el desnudo masculino, en guerra con mi fe religiosa, la polaridad de temas y formas...uno espiritual y otro terrenal... he mantenido estas batallas dentro de las paredes de mi estudio hasta el día de hoy"). Lorenzo de Medici, dotado de una capacidad genial para descubrir el talento artístico, toma al joven bajo su protección y lo lleva a su palacio donde El jardin de la Antiguedad ofrece a Miguel Ángel abundante material de estudio.
"... Un heroe cívico que era una advertencia...el que rige en Florencia debe gobernar con justicia y defenderla con valentía. La atenta mirada...el cuello de un toro...las manos de un asesino...el cuerpo, una reserva de energía. El está a punto de atacar" Miguel Ángel describiendo a El David.
Más tarde, durante su primera estancia en Roma de 1496 a 1501, Miguel Ángel pudo profundizar su experiencia artística, por las impresiones allí recibidas. En Roma crea entre otras obras La Pietà de San Pedro, su única obra firmada. A continuación, Florencia ofrece al joven de 25 años numerosos encargos. En El David llega a materializarse por primera vez la interpretación que Miguel Ángel hace de la figura humana, partiendo del espíritu de la Antiguedad Clásica; por primera vez muestra en su rostro una terribilitá (un horror) que sus contemporáneos consideraron como el rasgo más imponente e inquietante en la creación de Miguel Ángel. Entre 1501 y 1505 le llegan los primeros encargos pictóricos, pintando la Sagrada Familia o Tondo Doni, la única tabla documentada, y elabora el boceto para un mural con la representación de la Batalla de Cascina, del que solo se han conservado detalladas copias y que nunca llegó a realizarse. En 1505 cuando cuenta con 30 años de edad es llamado por el Papa Julio II para que lleve a cabo un gigantesco monumento funerario, que fue simplificándose con el paso del tiempo, primero por razones económicas y tras la muerte del Papa, por la falta de interés. Posiblemente como compensación, en 1508, Julio II presenta a Miguel Ángel un nuevo proyecto, que parece superar la capacidad humana: la decoración de los techos de la Capilla Sixtina. Tras un esfuerzo supremo, en 1512 Miguel Ángel lleva a término la descomunal empresa. Nunca estuvo la pintura tan dominada por planteamientos plásticos, como en esta obra maestra de Miguel Ángel.
El camino tomado en los techos de la Capilla Sixtina, que concede exclusividad total a la figura humana, seguirá presente en las siguientes obras pictóricas del artista. En 1534 se traslada definitivamente a Roma; de 1536 a 1541, se dedica a pintar el Juicio Final en la pared del altar de la Capilla Sixtina y de 1542 a 1550 los frescos de La Crucifixión de San Pedro y la Conversión de San Pablo en la Capella Pasolina del Vaticano. A diferencia de todas las representaciones sobre el Juicio Final de los siglos anteriores, la de Miguel Ángel que ocupa toda la pared del altar, parece una visión del fin del mundo, en la que la luz no consigue vencer a las tinieblas. Con esta obra Miguel Ángel traspasó los límites de lo permitido por la Iglesia de la época. Los desnudos de las figuras produjeron tal escándalo, que en 1559, a petición del Papa Pablo IV, Daniele da Volterra , dio los primeros retoques a los frescos, los cuales todavía serán alterados en cuatro ocasiones más.
En los últimos 20 años de su vida Miguel Ángel se ocupa cada vez más de proyectos arquitectónicos: en 1546 se encarga de la construcción del Palazzo Farnese y comienza los planos para la remodelación de la Plaza del Capitolio; un año más tarde se le confía la dirección de las obras de la Basílica de San Pedro, que sus discípulos realizaron siguiendo su modelo.
Miguel Ángel se liberó de las ataduras de la tradición como ningún otro artista había hecho antes, con lo cual concedió al arte un mundo entero de nuevas posibilidades expresivas. Antes que él, ningún artista había plasmado en su obra hasta tal punto sus vivencias y sufrimientos personales. Con Miguel Ángel aparece un nuevo tipo de artista. La ampliación de las posibilidades de expresión, el desmantelamiento de las tradiciones, que si bien ataban, también servían de punto de referencia, todo esto trajo consigo daños incalculables y Miguel Ángel lo entendió mejor que cualquier artista de su época".
"Sería imposible para cualquier artesano o escultor, no importa lo brillante que sea, superar la gracia o el diseño de esta obra, o tratar de cortar y pulir el mármol con la habilidad que Miguel Ángel muestra. La Piedad fue una revelación de todas las potencialidades y la fuerza del arte de la escultura. Entre muchas características bellas, esto está demostrado por la belleza del cuerpo de Cristo mismo.
 Sería imposible encontrar un cuerpo que muestre el dominio del arte y la posesión de los miembros más hermosos, o un desnudo con más detalle en los músculos, venas y nervios que se extienden sobre su armazón de huesos, o un cadaver más mortal. La expresión hermosa de la cabeza, la armonía en las articulaciones, las piernas y el tronco, y la finas tracerías de las venas, son tan maravillosos que es difícil de creer que la mano de un artista pudiera ejecutar esta obra tan inspirada y admirable, tan perfectamente y en tan poco tiempo. Sin duda, es un milagro que un bloque de piedra sin forma, pueda haber sido reducido a una perfección que la naturaleza es apenas capaz de crear en la carne". 
Giorgio Vasari, La Vida de los Artistas, Publicado en 1550.

Un artista temperamental....
"..Es terrible, como ves, no puedes hacer nada con él", estas son expresiones del Papa Julio II que atestiguan el carácter de Miguel Ángel. De hecho todas las fuentes se refieren a él como poseedor de modales bruscos y groseros, de carácter difícil, de gran susceptibilidad e intransigencia, muestran las dificultades que muchas veces tuvieron sus relaciones con los demás. Se dice que no tenía alumnos, ni colaboradores constantes, y siempre utilizaba a los chicos de su taller como sus asistentes. La enemistad entre él y Leonardo da Vinci es famosa. Había más de 20 años de diferencia de edad entre ellos. Al regresar a Florencia, a los 50 años de edad, estaba seguro de recuperar el lugar que le correspondía en el ambiente artístico. Fue recibido con honores, pero no contaba con el ascenso de Miguel Ángel, que estaba en boca de todos y había recibido el encargo para realizar El David. Se dice que Leonardo y Miguel Ángel se cruzaron un día en el puente de Santa Trinità. Leonardo, acompañado por amigos, se niega a recitar un pasaje de la Divina Comedia de Dante, a lo que Miguel Ángel le dice que debía hacerlo, ya que tenía la costumbre de huir cuando no podía realizar algo como fue el caso del monumento a Ludovico el Moro, en Milán.
Fuentes:
La Pintura del Renacimiento, por Manfred Wundram.
Website con muy completos e interesantes datos del artista:http://www.michelangelo.com/buon/bio-index2.html 

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