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jueves, 1 de septiembre de 2011

Federico García Lorca.

Comparto en este espacio, una nota publicada por Librería La Mandrágora (Trinidad, departamento de Flores, Uruguay).

" La versión oficial de la muerte de Federico García Lorca nos dice que fue fusilado en algún lugar de la carretera que une Vízmar y Alfacar (Granada), en agosto de 1936 a manos de los sublevados en el levantamiento militar que tuvo lugar en Marruecos el 17 de julio del mismo año, y que dio lugar, como todos sabemos a la Guerra Civil Española. Las razones de ese fusilamiento parecen claras: aunque Federico García Lorca detestaba la política partidaria y resistió la presión de sus amigos para que se hiciera miembro del Partido Comunista, era conocido como liberal y sufrió con frecuencia las arremetidas de los conservadores por sus amistades y sus numerosas declaraciones sobre la injusticia social, que lo convirtieron en un personaje antipático e incómodo para la derecha. Tampoco ayudaba, por supuesto, su conocida condición de homosexual.
Esto, sin profundizar mucho, es lo que dice la versión oficial… Pero, ¿qué hubiera pasado si Lorca hubiera sobrevivido a este fusilamiento? Hace algunos años ya, tuve un profesor en la Facultad de Filología que nos contó una historia asombrosa, de la que ninguno de los alumnos que le escuchábamos había oído hablar jamás, y que trataba sobre la ‘otra’ muerte del poeta Federico García Lorca.
Sí, García Lorca. Ese grandísimo poeta que nació en  Fuente Vaqueros (Granada) y que estudió en Madrid en la Residencia de Estudiantes, donde compartió clases con un genio tímido y callado que se llamaba Salvador Dalí, y con un turolense de fuerte carácter, futuro boxeador, que se llamaba Luis Buñuel. Ese gran poeta que conoció a José Moreno Villa, Emilio Prados, Pedro Salinas, Pepín Bello, etc… Ese gran poeta que fue reconocido con el paso del tiempo como el más grande que había en España, y que presumía de serlo con esos aires de señorito andaluz que siempre le acompañaron. Ese gran poeta que miraba por encima del hombro a Miguel Hernández por considerarlo poco más o menos que un pueblerino. Ese gran poeta que ha sido una de las almas más sensibles que ha dado este país y que nos ha dejado algunas de las mejores obras de nuestras literatura.. Pues bien, ese gran poeta no murió fusilado al amanecer de un día de agosto de 1936.  

Nos contaba mi profesor que, al parecer, alguien encontró el cuerpo aún con vida con un tiro en el lado izquierdo de la cabeza y dos en el tronco, y que no dio parte a las autoridades porque España estaba en guerra, la situación era muy delicada y este era un asunto muy delicado que, a lo mejor, le podría suponer la cárcel o algo peor. Pero sí que pensó que las monjas de un convento cercano podrían ayudarle, y con esa intención se decidió a trasladarlo allí.
A pesar de lo grave de su estado, el hombre, al que las monjas llamaron Manuel, fue mejorando muy lentamente de sus heridas, y consiguió sobrevivir en un estado de consciencia relativa (os recuerdo que tenía un disparo en el lado izquierdo de la cabeza), sin saber quién era. Pero algo de su antigua genialidad y de su desbordante sensibilidad debieron quedar escondidos dentro de su maltrecha mente… Una de aquellas monjas con las que convivió pocos años hasta su muerte se empeñó en enseñarle a leer y a escribir, y por eso le dio una estampita del Cristo de Medinaceli, donde Manuel sólo escribió, con pulso tembloroso, la palabra AGUA.
Pasado el tiempo, el hombre que descubrió el cuerpo herido de Manuel vio el en cine un especial sobre el cuarenta aniversario de la muerte de Lorca, y quedó asombrado por el parecido entre el poeta y la persona que entregó a las monjas. Estupefacto, llamó a un periodista para contarle la historia. Cuando los historiadores decidieron exhumar el cadáver de Manuel para ver si se trataba en realidad de Federico García Lorca, descubrieron que el lugar en el que fue enterrado, y el convento donde había sido acogido, estaba cubierto por una presa artificial. Al parecer, algo de ese Lorca tan obsesivo con la muerte había sobrevivido al fusilamiento en el cuerpo de Manuel.
¿Quedaba alguna otra prueba que pudiera determinar la veracidad de la historia? El hombre entregó a los medios una foto en la que aparece él, junto con las monjas del Convento y el tal Manuel, que tiene un parecido sobrenatural con Federico García Lorca, con los cambios propios de una persona que ha sido fusilado y que ha sobrevivido a duras penas.

¿Ficción o realidad? A pesar de que a mí me parece una historia bellísima, dista mucho de ser real. Mucha gente la ha creído a pies juntillas, incluso se han hecho documentales, reportajes, etc…, asegurando su veracidad, pero no es verdad. Se trata de un guión de la serie documental Páginas Ocultas de la Historia (en la que se mostraban historias de ficción con un trasfondo de datos históricos), basado en la idea original de Fernando Marías La luz prodigiosa, a la postre también guionista de la serie de televisión. Incluso también hay una película del año 2003 que trata más o menos este tema. Para los cinéfilos, el director es Miguel Hermoso.
Muchos han sido los engañados, también mi profesor de la Facultad. Pero bueno, como dijo alguien, no dejes que la verdad te estropee una bonita historia. Y esta lo es. Sin duda.
Sea como fuere, espero que este cuentecito os anime a acercaros a la obra de uno de los más grandes poetas y dramaturgos de la literatura universal".

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