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lunes, 23 de mayo de 2011

Vanguardias.. las artes plásticas hasta la Segunda Guerra Mundial.

Henri Matisse, Una mujer con sombrero (1905).
"La catástrofe de la Guerra Mundial y el espectáculo de la inestabilidad política y económica que es su resultado, acentúan la confusión que nace de las nuevas teorías científicas y filosóficas. La conciencia más o menos clara de las profundas transformaciones que se producen en el mundo se traduce, en todos los dominios del pensamiento y del arte, en una voluntad de renovación. En todos los medios expresivos se opera una verdadera revolución.
En primer lugar se produce, desde principios del siglo, la reacción contra el público burgués "cultivado", incomprensivo y tardo en sus admiraciones, y contra las convenciones más generalmente admitidas.
Esta protesta en contra de las leyes que súbitamente aparecen como convencionales, se ve acompañada por una reacción en contra del realismo. Los artistas, pintores, poetas, escultores, músicos y escritores son conscientes de que deben crear su modo de expresión, su propio lenguaje para comunicar su visión del mundo.
Bajo la búsqueda de nuevas formas late no solo una protesta contra lo oficial y lo correcto, sino también el deseo de un nuevo humanismo según el cual el hombre ya no sería el razonable ser del cientificismo, satisfecho y seguro de sí mismo, que se cree dueño del mundo; en que lo irracional y lo inmoral (...) tendrían derecho de ciudadanía, al mismo tiempo que el hombre, liberado de los viejos tabúes, en posesión de una ciencia completamente nueva, tomaría conciencia de su libertad creadora en relación con el mundo de los objetos". Crouzet.

"Entre los primeros años del siglo XX y los inmediatamente anteriores a la Segunda Guerra Mundial se sucedieron en el mundo occidental posiciones teóricas y estéticas que modificaron la tradición  de las artes visuales, admitidas desde el Renacimiento como reproducción de la realidad visual. En estos treinta años de investigaciones artísticas se reaccionó contra las formas fijas, mas o menos modificadas durante siglos. Los logros de la vanguardia se resumen en la declaración de Henri Matisse cuando explicaba la esencia de su Mujer con sombreo (1905) proclamando que nunca había pretendido pintar una mujer sino un cuadro. La pintura ya no era exclusivamente la reproducción de la realidad, ni escondía un mensaje político y social. Era "pintura", creación en si misma.
El término vanguardia implica una idea de lucha, de combate contra las normas, por parte de una élite de creadores y pensadores. La vanguardia también tiene vinculaciones con el lenguaje político del momento, y en esa linea doctrinaria, hay que situar a los sucesivos manifiestos de los diversos grupos artísticos.(..)
Las Señoritas de Avignon, Pablo Picasso (1907).
En esos primeros años del siglo XX las formulas artísticas definidas a fines del siglo anterior estaban agotadas. El Impresionismo con su fuerte carga de experiencia empírica, había sido superado por la reivindicación de lo subjetivo de Vincent Van Gogh, la recuperación del volumen de Paul Cezanne y las huidas hacia paraísos perdidos exóticos de Paúl Gauguin y los simbolistas. El siglo prometía reacciones todavía más intensas. Las artes plásticas querían encontrar nuevas formas de expresión despegadas del pasado. Así las Señoritas de Aviñón (1907) de Pablo Picasso, un cuadro emblemático de la vanguardia, geometrizaba la figura humana, rompía con el modelo de belleza tradicional e incorporaba influencias de culturas primitivas, volviendo la espalda hacia las leyes de la perspectiva renacentista". Aróstegui, Julio; Buchrucker, Cristian; Saborido, Jorge: El Mundo Contemporáneo: Historia y Problemas. Editorial Biblos, Crítica, Barcelona 2001.

Paul Valery, "La crise de l´espirit" 1919.
"(...) millares de jóvenes escritores y artistas han muerto; se ha perdido la ilusión de una cultura europea y se ha demostrado la impotencia del conocimiento para salvar cualquier cosa; la ciencia ha sido herida mortalmente y en cierto modo deshonrada por la crueldad de sus aplicaciones y hay un idealismo difícilmente vencedor, profundamente maltrecho... un realismo decepcionado, cargado de crímenes y vicios, la codicia y el desprendimiento igualmente escarnecidos, las creencias confundidas en los tiempos. (...)". 


Como debemos leer los textos:
La lectura que se puede realizar sobre el origen de las vanguardias, a través de estos documentos es la crisis de valores que fueron válidos durante el período anterior: la fe en el progreso y la ciencia como herramienta para lograrlo, la razón como un elemento imprescindible para comprender la realidad y promover la ciencia, la historia como una construcción humana que refleja este desarrollo progresivo. Todos estos principios son severamente cuestionados frente al abismo que abre la guerra, que aparece como una consecuencia a su vez de ellos, ¿que hacemos si todo lo que creímos desarrollo y progreso se convierte en muerte y destrucción? ¿será que nada es igual, que solo queda desesperanza?


Paul Valery, 1920.
"Pues bien, respondiendo Breton a Parinaud, que le interrogaba sobre el estado de ánimo que había al estallar el conflicto, se refiere al humor de algunos jóvenes entre los cuales se encontraba y a quienes la guerra de 1914 acababa de privar de todas sus aspiraciones, para arrojarles a una cloaca de sangre, imbecilidad y fango.
En otra conversación de Breton con Madelaine Chapsal sobre lo mismo, Breton insiste en calificar el acontecimiento bélico de carnicería injustificable, de engaño monstruoso, a partir del cual se convenció de que la palabra escrita no debía ser solo instrumento de delectación sino que además, tenía que influir en la vida -por lo menos en la vida sensible- y, ante todo lo que se puede considerar aberrante e insoportable, afirmar desde el principio un propósito de intervención.
Esto último nos lleva directamente, siguiendo los pasos de la joven generación de intelectuales que padeció la catástrofe, a la imperiosa necesidad del ajuste de cuentas moral; tras haber recogido ya las enseñanzas de la guerra de 1914 se ponía en evidencia la inutilidad de escribir la historia, ya que toda reconstrucción es imposible..., ni una sola verdad merece permanecer como ejemplar".


Nevinson (1889-1946) aparece como uno de los principales pintores de la Gran Guerra, así como Leger en Francia y Dix en Alemania. Hijo de un famoso corresponsal de guerra, el periodista, Nevinson fue a París en 1911 donde descubrió el cubismo y las influencias duraderas que conserva en las lecciones de la construcción y sus modernas formas geométricas. Su representación del arma y sus sirvientes, es ejemplar: las lineas duras de la máquina determinan a soldados robóticos, haciendo extensa la mecánica al cuerpo, ahora también máquina de matar.  Apollinaire alabó a su autor y dice de la obra que " traduce  la parte mecánica de la actual guerra donde el hombre y la máquina vienen a hacer una sola fuerza de la naturaleza". Su cuadro La ametralladora refleja muy bien esta idea. 
Obra e interpretación de texto tomado de.
Art of the First World War, http://www.art-ww1.com/gb/visite.html.

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