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miércoles, 30 de marzo de 2011

"La Edad de la Ilustración".

Ambiente general... nuevas formas de sentir y pensar el mundo.
El deísmo.
"Lo primero que no puede dejar de impresionar, claramente perceptible en la atmósfera occidental de hacia 1700, es la actitud radicalmente distinta respecto de la religión, y mas concretamente respecto del cristianismo. (...) Lo que ocurrió en torno al siglo XVIII no fue un derrumbamiento, sino un fenómeno complejo de marchitamiento y vaciamiento de los sentimientos religiosos habituales, de distanciamiento de estos en nombre de convicciones que en parte eran todavía cristianas, aunque en un sentido diferente y cada vez más débiles.
La dislocación profunda de los sentimientos religiosos no podía dejar de significar también la llegada de una nueva ordenación de las mentalidades y los valores éticos. El fenómeno había d de traducirse en la constitución de un nuevo panorama cultural e intelectual, y en definitiva político-económico.
(...) esto afectó a las verdades de fe y a los dogmas (...) y extendió la tendencia a dar prioridad a la conducta moral respecto de la práctica religiosa, litúrgica y devota". Se difundió la convicción " de que el patrimonio dogmático se desentendía de la razón humana".
(...) La expresión más adecuada para esta nueva actitud fue la que adoptó el nombre de deísmo que consiste en una especie de escisión racionalista entre lo esencial de la esfera espiritual y lo considerado accesorio. (...)
Destinado a conquistar el consenso de la élite del siglo XVIII, el deísmo fue aún marginal y muy minoritario en el siglo XVII. Pero en la segunda mitad de este ultimo siglo recibió un refuerzo indirecto aunque eficaz del movimiento científico y concretamente de la filosofía mecanicista, que en gran parte lo caracterizó.
...con Descartes, Boyle y Newton por un lado y el spinozismo por otro, se tendió a un marchitamiento ideológico que se mantuvo en el siglo XVIII.
La razón.
"La razón se había convertido en soberana, y a finales del siglo sería incluso, como diosa, objeto de culto público en Francia. Gracias a ella, además de poderse resolver cualquier problema, por su carácter inmanentemente crítico cualquier hombre estaba legitimamente capacitado para ejercer en su nombre una especie de soberanía. Dado además que esta razón ya no era solo de un individuo, sino la de una mayoría, su preeminencia era aún menos controvertible.
....y al razón se desposó con la naturaleza...
Denis Diderot
Como todo lo que era conforme a la razón no podía dejar de ser verdadero, lo que era conforme a la naturaleza no podía dejar de ser bueno. Naturaleza y razón se armaron conjuntamente de una incontrovertible validez fundamental. (...) lo determinado como natural se convirtió en objeto de consideración positiva y de veneración".


Cabe agregar:
* creencia en el progreso histórico, que lleva consigo la noción implicita de civilización y cultura, esta vinculado a la fe en la razón.

El Filósofo.
Filósofo había sido hasta entonces el que especulaba sobre los problemas metafísicos y sobre la esencia de las cosas... preocupado por la sustancia y el ser permanente o ideal, ahora se concebía de un modo bastante distinto. Ante todo el filósofo tenía que ocuparse cada vez menos de la pretendida sustancia, tenía que buscar las leyes, preferiblemente matemáticas, y llegar a ellas por medio de la observación sensible y el experimento. La base del saber ya no esta situada en la especulación, sino en los datos procedentes de los sentidos".
Tomado de: Alberto Tenenti, La Edad Moderna, siglos XVI-XVIII, Editorial Crítica, España 2003.


Se puede afirmar que la Ilustración es el conjunto de proyectos que apuntan a la transformación del hombre, de la sociedad y de la comunidad política. Estos "proyectos" corresponden a elaboraciones particulares de los filósofos y pensadores en este período. La Ilustración en general se enfrenta al dogma, a la tradición que pervivían en las prácticas, costumbres y organización en el Antiguo Régimen.


El contractualismo.
El contractualismo surge como una teoría social, concebida como una respuesta a la situación de extrema violencia provocada por las Guerras de Religión (La Guerra de los Treinta años en el continente europeo, la revolución de Cromwell en Inglaterra), guerras que enfrentaban a diferentes grupos sociales por cuestiones de fe. Hobbes y luego Locke reconocieron ante esta situación crítica la necesidad de encontrar una solución fuera de los margenes del problema del bien. Necesitaban un criterio universal normativo, neutral respecto del tema de los fines o del sentido de la vida, que pudiese garantizar la coexistencia pacífica entre los individuos que suscribiesen creencias rivales sobre ética y religión.
La justicia deja de concebirse como una virtud, para referirse al conjunto de principios universales que regularían la vida pública y el derecho, principios que debían ser postulados desde un sistema objetivo de fundamentación.


El objetivo fundamental de esta perspectiva es el de asegurar la estabilidad del estado y las leyes, y desde esa estabilidad garantizar la supervivencia de los individuos, el acceso al bienestar y la libertad, entendida en términos de poder diseñar un proyecto de vida sin ninguna interferencia externa.
Tomado de: Gonzalo Camio.


PAGINA EN CONSTRUCCIÓN
La idea de contrato social como fundamento de la existencia de las instituciones políticas, es una de las tradiciones de más largo aliento en la Historia del pensamiento político. Sin embargo es indiscutible que la "época de oro" de las doctrinas del contrato social es comprendida entre 1651, cuando se publica el Leviatán de Thomas Hobbes y 1762 cuando aparece el Contrato Social de Rousseau. Los dos "Tratados sobre el gobierno Civil" de John Locke se publican justamente en el interludio de este período; el primero como refutación a la Teoría del derecho divino de los reyes, el segundo brinda su propio arbumento sobre el gobierno civil.


Las teorías del contrato social, por diferentes que parezcan, parten todas de la idea, de que cuando alguien realiza un acuerdo contractual con otro, otorga su aprobación a los derechos y deberes que para él resultan de este acuerdo, y a partir de esto, estas teorías buscan presentar una explicación o justificación de la existencia de las sociedades políticas, de la legitimidad del poder que de ellas surge y de la obediencia que le deben aquellos que la forman.
El contractualismo en sus tres autores modernos: Hobbes, Locke y Rousseau, constituye una respuesta alternativa a la preocupación por el orígen y condiciones de la obligación política frente a las teorías del derecho divino de los reyes, defendidas y utilizadas como justificación del poder de los monarcas absolutos europeos en los siglos XVII y XVIII.

La Tolerancia...
"(...) en Inglaterra, el país de las sectas. Un Inglés como hombre libre, va al cielo por el camino que desee. Si en Inglaterra hubiese una sola religión, habría que temerle al despotismo, si hubiese dos, se cortarían la garganta; pero hay treinta, y viven en paz, felices".
Voltaire.
Letras filosóficas, 1734.

La autoridad política.
"Ningún hombre recibió de la naturaleza el derecho de mandar a los otros. La libertad es un presente del cielo. El príncipe recibe de sus propios súbditos la autoridad que tiene sobre ellos, y esa autoridad esta limitada por las leyes de la naturaleza y del Estado (...). El príncipe no puede entonces disponer de su poder y de sus súbditos sin el consentimiento de la nación".
Diderot.
Artículo "Autoridad política" de la Enciclopedia.

El estado según Montesquieu.
"En cada estado hay tres tipos de poderes: el poder legislativo, el poder ejecutivo (..) y el poder judicial (..). Para tener libertad política el gobierno debe ser tal que un ciudadano no deba temer a otro ciudadano. Cuando en una misma persona el poder legislativo esta unido al poder ejecutivo, no hay libertad porque se teme que el mismo monarca haga leyes tiránicas".
Montesquieu.
El Espíritu de las Leyes, 1748.

El estado según Rousseau.
"Cada uno de nosotros se somete a la suprema dirección de la voluntad general (..) Este acto de asociación produce un cuerpo moral y colectivo, compuesto de tantos miembros, como la asamblea de voces. Esta persona pública que se forma con la unión de todas las otras se la llamaba antes ciudad, y se le dice ahora república o estado".
J.J. Roousseau.
El contrato social 1762.

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