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domingo, 13 de marzo de 2011

Doscientos grilletes para los voluntarios de la guerra del Paraguay....

El coronel uruguayo León de Palleja es retirado muerto del campo de Batalla del Boquerón.
El paisanaje de las provincias, que intervino tantas veces voluntariamente en las luchas ante la sola convocatoria de los caudillos, se negó a participar en una guerra que no sentía suya. Sintiéndose más cercanos a la provincia hermana del Paraguay que a los porteños y a los “macacos” brasileros, se negaban a enrolarse, lo que motivo la deserción y levantamiento de muchos batallones del interior. Consta en el archivo histórico, la Factura de un herrero de Catamarca, “por doscientos grilletes para los voluntarios de la guerra del Paraguay”

“….el reclutamiento de los contingentes no fue fácil. (…) Para llenar las cuotas provinciales se autorizó reclutarlos mediante paga, pero pocos lo hicieron. Entonces los gobernadores, mitristas en su totalidad, y los comandantes de frontera se dedicaron a la caza de “voluntarios”. Emilio Mitre , encargado del contingente cordobés, escribe el 12 de julio que manda los “voluntarios atados codo con codo”; Julio Campos, porteño impuesto como gobernador de La Rioja, informa el 12 de mayo:”Es muy difícil sacar los hombres de la provincia en contingentes para el litoral…a la sola noticia que iba a sacarse, se han ganado la sierra” Los “voluntarios” de Córdoba y Salta se sublevan en Rosario apenas les quitan las maneas; el gobernador Maubecin, de Catamarca, encarga 200 pares de grillos para el contingente de la provincia. (Revista de la Biblioteca Nacional, XXI, n° 52)

¿Cobardía? Eran criollos que lucharon en Cepeda y Pavón, y bajo las órdenes del Chacho. No desertaban – como acotan algunos – y lo demostrarán en 1867 alzándose tras Felipe Varela y Juan Saa. Simplemente no querían ir “a esa guerra”. (JM Rosa Historia Arg.t.VII.pag 140)  

(...)
El método usado para el reclutamiento, tanto como el duro trato a que fueron sometidos los “voluntarios” durante los tres meses que duró la instrucción militar, fueron causa de varias sublevaciones. El mismo testigo señala, a ese respecto, el estado de desnudez de la tropa, lo cual movía la compasión del vecindario cuando salía a la plaza para recibir instrucción. “Más parecen mendigos que soldados que van a combatir por el honor del pueblo argentino”, afirmaba sentenciosamente, agregando que tal situación suscitó la piadosa intervención de la Sociedad San Vicente de Paul que les proveyó de ropa y comida. Acusaba también al gobernador Maubecín de incurrir en una errónea interpretación del estado de sitio, cuando exigía al vecindario auxilios de hacienda y contribuciones forzosas para costar los gastos de la movilización.

La situación que se ha descrito veíase agravada por el trato duro e inhumano que se daba a los reclutas. José Aguayo, uno de los oficiales instructores, ordenó cierta vez por su cuenta, la aplicación de la pena de azotes en perjuicio de varios soldados. Olvidaba o ignoraba, quizás, que la Constitución Nacional prohibía expresamente los castigos corporales. 


Véase además: La muerte en un tiro de dados... 
Tomado de la misma fuente .
Miguel Ángel Cuarterolo. Soldados de la Memoria, Imágenes y hombres de la Guerra del Paraguay, Buenos Aires, Planeta.  

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