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martes, 17 de agosto de 2010

Sobre los fundamentos de las "Guerras Civiles" 1863-1876.

"Dos causas explican el fracaso fusionista que será total con la revolución de Venancio Flores en 1863. De un lado los motivos económicos, del otro la debilidad estatal, incapaz de enfrentarse a los levantamientos rebeldes con posibilidades de éxito.
1) La debilidad económica: se observa en los sucesivos déficits financieros, ante los cuales la suspensión del pago de funciones públicas esenciales para el mantenimiento del orden, como la policía, se producía año tras año. En algunos períodos los pueblos del interior debieron pagarse su propia policía. En Florida tres pueblos carecían de ella y la de la ciudad estaba constituida por tres agentes y un comisario. El régimen impositivo era anticuado y caótico. Se recaudaba lo que se podía, y se carecía de un personal idóneo para cobrar los impuestos. La gran fuente de recursos era la Aduana, sujeta a los cambios de precios y a las "hipotecas" que sobre ella pesaron.
2) La debilidad tecnológica se traducía en la incapacidad de extender el control estatal sobre todo el territorio. Las armas que usaba el ejército gubernamental eran las mismas que las usadas por el revolucionario. "Lanza y sable" fue la realidad de nuestras luchas civiles hasta 1875. El fusil de la época era ineficaz, manejado por escasas infanterías urbanas (...). Para que su uso se tornara efectivo se necesitaba un personal preparado que hiciera del servicio de las armas un oficio. El Estado oriental no estaba en condiciones de pagarlo. Los combates eran entre fuerzas de caballería armadas de lanzas. Triunfaba el que tenía mejores medios de movilidad. Como afirmaba un observador de la época "en el Uruguay las revoluciones las ganan los caballos"...y los caballos abundaban y se extraían de las estancias.

"Hemos visto paisanos adelantarse solos a los escuadrones de caballería que cargaban a los cuadros de infantes, armados únicamente de facón y boleadoras. Entre los que descollaban en el ejército revolucionario por no hacer uso nunca de armas de fuego, hallábanse en primera línea el general Aparicio, que jamás cargo otra arma que su potente lanza, el General Muniz que entraba a la pelea sin más armas que un látigo, y el Coronel Pampillón que no usaba sino la lanza, el facón y las boleadoras, esta última temible en las derrotas, pues se apresa con ellas a los jinetes hasta una cuadra de distancia".


El Estado era también débil ante la ausencia de un moderno sistema de comunicaciones y transporte. Desde 1852, empresas de navegación fluvial unían la capital con el litoral; desde 1860 compañías de diligencias hacían viajes regulares hacia Tacuarembó, Rivera, Cerro Largo y Rocha. (...) Con buen tiempo y sin ríos crecidos estas ponían 6 o 7 días en llegar a Rivera desde Montevideo. Los barcos comunicaban Salto con la capital en tres días. Recién en 1865 se conoció el telégrafo eléctrico que comenzó ligando a Montevideo con Buenos Aires. Pero ¿de que medios disponía el gobierno para conocer lo que sucedía en la campaña y adoptar rapidamente las providencias del caso? El sistema de chasques permitía conocer lo ocurrido en Artigas a los 2 días, y esto si los ríos no se interponían en el camino (...) En suma cuando el presidente se enteraba de una invasión a un departamento del Norte, los rebeldes ya de seguro habían ocupado todo el departamento atacado.
En estas condiciones la guerra civil renacería por cualquier motivo.


Tomado de: José Pedro Barran, "Apogeo y crisis del Uruguay Pastoril y Caudillesco", en Colección Historia Uruguaya Tomo 4.

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